Israel e Irán, frente a frente: cómo se comparan las capacidades de los dos ejércitos más poderosos de Medio Oriente
Aunque Teherán supera en número de tropas y piezas de artillería, su adversario compensa con superioridad tecnológica, sofisticados sistemas de defensa antimisiles y una Fuerza Aérea altamente letal
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TEL AVIV.- Dos de los ejércitos más poderosos de Medio Oriente, Israel e Irán, se acercan a una guerra abierta, avivando el temor de que la región esté al borde del conflicto más grave del siglo.
En una dramática escalada, Israel lanzó en la madrugada del viernes 13 de junio una amplia operación militar denominada “León Ascendente”, dirigida contra infraestructuras clave en territorio iraní. La ofensiva alcanzó más de 100 objetivos, incluyendo instalaciones nucleares, bases militares y sistemas de defensa antiaérea.
La magnitud y precisión de estos ataques constituyen una de las campañas aéreas más extensas en la región en los últimos años, intensificando la confrontación y empujando a ambas potencias hacia un enfrentamiento directo.
Con un presupuesto de defensa de 23.400 millones de dólares, Israel prácticamente cuadruplica los recursos asignados por Irán a su aparato militar. Si bien Teherán cuenta con un número de tropas muy superior —casi cuatro veces más soldados que Israel— y duplica en cantidad de tanques y piezas de artillería, la balanza se equilibra por otros factores. Israel compensa esa diferencia con una marcada superioridad tecnológica, un claro dominio en el espacio aéreo y sofisticados sistemas de defensa antimisiles.
Ambos países, además, han demostrado una elevada capacidad en el uso de drones y misiles, y cuentan con una extensa experiencia en conflictos modernos de alta intensidad, lo que refuerza el potencial destructivo de un eventual enfrentamiento directo.
La reacción de Irán y su poderío militar
Aunque las represalias iniciales de Teherán fueron limitadas, Irán sigue representando una amenaza significativa para Israel debido a su arsenal avanzado. El régimen ha invertido fuertemente en misiles balísticos de largo alcance —con capacidad para superar los 3000 kilómetros— y en el desarrollo de armas hipersónicas, lo que le permite alcanzar tanto a rivales regionales como a bases militares estadounidenses. Estas capacidades han funcionado, hasta ahora, como un factor clave de disuasión en el equilibrio estratégico de la región.
Además, Irán se ha consolidado como una potencia en guerra con drones, con una flota diversa de vehículos aéreos no tripulados (UAV) utilizados tanto para ataques como para operaciones de inteligencia. Esta tecnología no solo ha sido central en su estrategia militar, sino que también ha sido exportada a aliados, y su producción comienza a descentralizarse mediante fábricas en el extranjero, como en Rusia. Un ejemplo claro es el de los drones Shahed, vendidos en grandes cantidades a Moscú para su uso en la guerra de Ucrania.
A esta capacidad tecnológica se suma el peso de un ejército numeroso, grandes reservas de equipamiento militar y una amplia experiencia en guerra asimétrica. Irán ha perfeccionado tácticas no convencionales a través de ciberataques, operaciones encubiertas y el uso de grupos aliados en distintos frentes regionales.
Las fuerzas armadas iraníes están divididas en dos estructuras principales: el ejército regular, responsable de la defensa territorial y las operaciones convencionales, y la Guardia Revolucionaria, una fuerza paramilitar con fuerte peso político y estratégico. Esta última incluye la Fuerza Quds, especializada en operaciones en el exterior; el Comando de Misiles Estratégicos; y una poderosa unidad de guerra cibernética, lo que refuerza su capacidad de acción más allá de las fronteras iraníes.
La mayoría de las tropas iraníes —unas 600.000— pertenecen a las fuerzas armadas regulares, mientras que la Guardia Revolucionaria Islámica cuenta con cerca de 200.000 efectivos distribuidos en distintas unidades. Sin embargo, tanto estas fuerzas como las milicias aliadas que integran el llamado Eje de la Resistencia habrían sufrido importantes pérdidas a lo largo del último año, como consecuencia de ataques israelíes y estadounidenses en diversos frentes.
El arsenal militar iraní es amplio, aunque heterogéneo. Combina equipamiento de origen soviético y estadounidense anterior a 1979 con sistemas más modernos, en su mayoría suministrados por Rusia. Uno de los puntos débiles más notorios es su Fuerza Aérea: compuesta por unos 334 aviones, presenta un grave retraso tecnológico, lo que la coloca en clara desventaja frente al poderío aéreo de Israel, tanto en cantidad como en capacidad operativa.
En paralelo, el programa nuclear iraní ha continuado avanzando en los últimos años. Según estimaciones de agencias occidentales, Teherán ya habría acumulado suficiente uranio enriquecido a niveles cercanos al grado militar como para fabricar varias armas nucleares en cuestión de meses, si decidiera dar ese paso.
La superioridad tecnológica de Israel

Israel, en cambio, es ampliamente reconocido por contar con uno de los ejércitos más avanzados tecnológicamente del mundo. Sus sistemas de defensa antimisiles —como la Cúpula de Hierro, la Honda de David y el Arrow— se encuentran entre los más sofisticados a nivel global.
La Cúpula de Hierro, en particular, está diseñada para detectar y responder de forma selectiva a amenazas: solo se activa si el sistema determina que el proyectil enemigo se dirige hacia una zona poblada o una infraestructura estratégica.
A esta capacidad defensiva se suma un poderoso aparato de ciberseguridad y servicios de inteligencia de élite, como el Mossad y el Shin Bet, que desempeñan un rol fundamental en la detección y neutralización de amenazas antes de que se materialicen.
Tanto sus fuerzas terrestres como las aéreas y navales operan con tecnología de última generación, provista por Estados Unidos y Europa, pero también desarrollada por su propia industria nacional de defensa. Israel cuenta con la capacidad de diseñar, producir y mantener una amplia gama de armamento, lo que le permite sostener operaciones simultáneas en distintos frentes con gran autonomía operativa.
Aunque su ejército regular cuenta con unos 170.000 soldados en servicio activo, el país puede movilizar con rapidez una fuerza de reserva cercana al medio millón de efectivos, todos altamente entrenados.
La Fuerza Aérea israelí, equipada con aviones de combate de última generación y armamento de precisión, está considerada entre las más eficaces del mundo. Su doctrina militar, forjada a lo largo de décadas de conflicto, se basa en la rapidez de respuesta, la adaptabilidad en el terreno y el dominio tecnológico.
Con información de AFP y Reuters
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